E l aire libre siempre le ha hablado a Jeff Greene. Criado en Lake Stevens, Washington, y llevado a Wenatchee más adelante en su infancia, encontró su vocación en exteriores y servir en la lucha contra incendios parecía la carrera perfecta. Es un pescador y cazador muy habilidoso, ha trabajado en departamentos en todo el noroeste y pasó ocho años en la unidad haz mat en una zona industrial de Kent. En diciembre de 2014, a la edad de 32 años, Greene fue diagnosticado con un carcinoma de células renales cromófobo. Un extraño sub-tipo dentro de un grupo mayor de carcinomas de células renales, el cáncer de riñón que Greene tenía representaba casi el cinco por ciento de todos los cánceres de esta rama y solo se registraban 60 casos al año en promedio. Después de haberse despertado con un dolor lateral que calmó con una almohadilla térmica por seis meses, la segunda recurrencia fue tan dolorosa que era demasiado para soportar y la esposa de Greene insistió en que visitara su médico de atención primaria. Varias pruebas de detección y algunas otras pruebas más tarde, su doctor determinó que había un lugar en su riñón que mostraba células de un carcinoma renal, pero faltarían semanas hasta que pudiera ver a un especialista. “Cuando me dieron la noticia, yo estaba sentado en el trabajo y llamé a Seattle Cancer Care, les dije mi historia y pregunté si podía hacerles la visita”, dijo Greene, al señalar que estuvo en ese hospital tan solo tres ACCIÓN INMEDIATA: El camino de Jeff Greene hacia la recuperación días después. “Me reuní con un cirujano allí, él revisó mis archivos y dijo que en el momento no importaba lo que era. Que a mi edad, iba a crecer al punto que obstruiría cualquier camino, fuera un tumor o un cáncer. Tenía que extraerlo”. Este tipo de cáncer se forma en las células que recubren los pequeños túbulos que ayudan a filtrar los desechos en la sangre y producen la orina en el riñón – y el único tratamiento es la cirugía. Afortunadamente para Greene, el procedimiento era sencillo; la porción afectada fue retirada y volvió rápidamente al mundo que ama. A diferencia de muchos otros bomberos que luchan contra el cáncer, Greene, quien es un ingeniero y conductor para el Departamento de Bomberos de Kent, siempre trató de cumplir con las prácticas eficientes de la organización. Recuerda un singular y distintivo momento en que pudo poner su seguridad en peligro. “Cuando estaba el período de prueba durante mi primer año, fuimos a un incendio de tubería y respiramos el humo de combustible crudo pulverizado en todas partes”, dijo. “Una de las posibles causas del cáncer de riñón es el benceno (una parte natural del petróleo crudo y la gasolina)… Estábamos a tan solo 100 o 200 pies de distancia del combustible activo, estuvimos respirando humo todo el tiempo”. No fue hasta horas más tarde cuando se dieron cuenta del potencial nocivo que tiene y trasladaron a todo el personal. POR: ERIN JAMES 1 7 Con un elevado sentido de conciencia, Greene anima a sus compañeros bomberos a ser conscientes de todo lo que hacen en el trabajo. “No lleven esto a casa a sus hijos, no quieren agentes cancerígenos en casa”, dijo. “Si lo puedes oler, ya sabes que los agentes cancerígenos están encima de todo”. Hoy día, Greene está detrás del movimiento del cuerpo de bomberos hacia la conciencia del cáncer. Dice que entiende que podría tomar tiempo pero, por ahora, comparte su historia para que las prácticas eficientes tengan un sentido personal. “Mientras compartamos estos datos e información, tal vez haya más con que encontrar una causa definitiva”, dijo Greene. “Si es algo específico que estamos haciendo – en la estación de bomberos o en las llamadas de emergencias – que lo está causando, sería bueno saber para que otras personas no tengan que pasar por esto”.